Coñoepan

Coñoepan (2022)

VIDEOPERFORMANCE 5:15 MINUTOS

A través del video en formato vertical, se observa cómo se proyecta el apellido paterno “Coñoepan” mediante el uso de un esténcil, donde es el vacío de sus letras lo que permite pasar la luz y calidez del sol a distintas partes y posiciones de un cuerpo femenino desnudo, cronometrando así el paso del tiempo y demarcando en la piel una identidad y linaje, hasta finalmente desaparecer. La acción tiene lugar a modo de ritual, en un espacio de intimidad y encuentro con el sol, como símbolo de calidez y lo paterno, donde es el cuerpo femenino el que va intentando amoldarse y encajar en esta proyección, la cual se mantiene siempre en vertical y al centro del encuadre. Esto se contrapone al relato que se escucha en el audio, en el cual se cuestiona la predominancia y herencia del apellido paterno frente al materno, el cual termina por desaparecer en la descendencia. A través de esta encarnación, se trae el pasado al presente, pero también se cuestiona su proyección al futuro.

Relato del video:

Yo me llamo Paula Rayen Coñoepan Acuña, heredé mi apellido de Carlos Waldemar Coñoepan Cabezas, mi padre, y él a su vez, heredó su apellido y también su nombre de su padre, mi abuelo: Carlos Coñoepan Coñoeman, quien fue hijo de Antonio Segundo Coñoepan Chiguaicura. De este último no sé quien habrá sido su padre, no tengo registros de mi tatarabuelo, tampoco lo tuvieron mi padre, ni su padre.
Mucho antes también han existido otros Coñoepan, como el longko Venancio Coñoepan y sus hermanos: Kallfupan, Wenchenauel y Millapan, todos hombres, todos Coñoepan. De alguna forma, ese mismo Coñoepan, antiguamente escrito con K, ha desembocado en mí.
En mapudungún Coñoepan significa cachorro de puma, aunque mi papá antes de morir, siempre me decía que Coñoepan significaba cachorro de león, que así se lo había enseñado su padre, pero en esta tierra no habían leones.
No me llamo Paula Cabezas, ya que no heredé el apellido de la madre de mi padre: Filomena. Tampoco me llamo Paula Melivilú, que es el apellido de la madre de mi madre: María. Sus apellidos, también heredados de sus padres, no lograron improntarse en mi mi propio nombre, no fueron suficientes para llamarme, fueron borrados.
Las mujeres no tenemos apellido.

Obra Expuesta en 2022 en AK-35

Créditos de grabación del video: Diego Soto Martínez

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